Hoy estamos con Alejandro Barrero Santiago, autor de “El Camino Recto de la Espiral”
Hola, Alejandro, gracias por darme la fortuna de poder entrevistarte con tu nuevo libro.
1) Cuéntanos, de manera breve, un poco de ti. ¿Quién es Alejandro Barrero Santiago?
Pues dicen por ahí que es un chico normal, corriente y moliente de 29 años que nunca dice que no a unas cañitas al sol en buena compañía.
Dejando de lado el recurso de la tercera persona del singular, mi vida se sustenta en tres grandes pilares: la Educación, como motor de cambio; la Música, como vehículo de expresión, y la Escritura, para dejar volar mis ideas y guardar su vuelo en árboles con forma de páginas.
Soy profe de música y disfruto mucho de mi profesión. En mi tiempo libre me encanta quedar con mis amigos, jugar al pádel, salir a hacer rutas con mis perros, disfrazarme en los mercados medievales y componer canciones que luego berreo con la guitarra.
2) ¿Qué te llevó a publicar tan jovencito? ¿Quién te animó?
Desde la más tierna infancia (quizás, unos ocho años) me encantaba responder «escritor» a la famosa pregunta de «¿y tú qué quieres ser de mayor?». Sin embargo, mis familiares ya se encargaron de cortar por lo sano desde aquel mismo año: ¿Escritor? Sí, hombre. ¡Pa morirte de hambre!
No fue hasta tiempo después, con doce años, cuando el gusanillo de la escritura volvió a mí. Yo ya había ganado algún que otro premio de poesía escolar y me encantaba leer y escribir, ¿por qué no? Siempre había soñado con escribir el libro que a mí me hubiera gustado leer. Obviamente, aquel primer intento fue una chapuza (propia de un niño de doce años) y nuevamente volví a sepultar mis escritos durante largo tiempo.
Supongo que es triste tener que admitir algo así, pero no fue hasta los diecisiete cuando realmente me puse en serio. Y digo triste por el motivo que me llevó a dar el paso: mi primo mayor, Cristian, murió atropellado tres días después de mi cumpleaños.
Precisamente, aquella misma semana había encontrado mis viejos escritos y las ideas se me habían antojado bastante buenas. Sin embargo, no me había atrevido a continuar algo que, de seguro, iba a ser una pérdida de tiempo. Fue después de la muerte de Cristian cuando, por desgracia, comencé a conocerle mejor a través de relatos y anécdotas de mis familiares. Descubrí que a él le encantaba leer y, no sólo eso, sino que su género preferido era el mismo que el mío: la fantasía épica.
Fue entonces cuando realmente decidí comenzar con todo esto. Escribí el libro que a mí me hubiera gustado leer… y el libro que me hubiera gustado que Cristian hubiera podido leer, Viaje a Nadsgar I: Con el Diablo no se juega.
3) ¿Cuántas obras tienes publicada? ¿Algo que tengas escrito y que no haya visto la luz?
Hasta la fecha, tengo cuatro novelas han visto la luz de la mano de Éride Ediciones.
Tres de ellas son mis hijas predilectas y conforman la trilogía de fantasía épica Viaje a Nadsgar: compleja, apasionada, con una trama sorprendente y unos personajes inolvidables. He dicho que las novelas eran mis hijas, lo que me situaría en el lugar de “padre”, pero hablando de ellas parece que he ocupado, por un momento, el de “abuela”.
La cuarta novela versa de un tema tan manido como amor, un poco subido de tono en este caso, y se titula Te querré toda la vida. No suelo presumir de ella por ahí, dado que siempre la he catalogado como “novela de autobús”, es decir, un librito para leer, pasar el rato, y ya. No alcanza la profundidad ni la complejidad de las anteriores.
Por último, habrá una quinta novela. La nueva incorporación se llama El camino recto de la espiral y verá la luz estas navidades de 2022.
Estoy especialmente ilusionado con este proyecto. Es un libro de crecimiento personal que trata sobre los valores del ser humano. En él, presento los 16 grandes valores (en los que se encuentran todos los existentes) a través de 16 animales. Además de alimento para la mente y el espíritu, el lector puede encontrar en este libro una herramienta para trabajar los valores consigo mismo, con amigos y con niños.
4) ¿Tienes alguna manía a la hora de escribir?
Siento no dar mucho juego en una pregunta tan interesante como esta.
Me encantaría decir que tengo que intercambiarme la zapatilla del pie derecho con la del pie izquierdo, que necesito beber extracto de uva recogida a medianoche o que si no me fumo una pipa mientras escucho un podcast de Estirando el chicle no me concentro.
Por desgracia, mi única “manía” es poder escribir en soledad, durante tiempo indefinido, sin que nadie me moleste. Cuando me da la venada, me da. Dejo todo lo que esté haciendo y tengo que ponerme a escribir.
5) Me sorprende muchísimo las preguntas que hacen los niños, creo que tenemos mucho que aprender de ellos ¿Te han realizado ellos alguna pregunta que te haya sorprendido? ¿Nos la cuentas?
Si apuntase cada pregunta ingeniosa o comentario inesperado que me hacen los niños podría escribir todo un libro.
Por desgracia, cuando estoy dando clase soy fiel a mi papel de “profe” y no me paro a apuntar ninguna de sus genialidades. Y, claro, luego se me olvidan.
Puedo compartir una anécdota muy graciosa que me ocurrió hace unos años.
Unos niños, en el descanso entre asignaturas, estaban discutiendo: “¿Se dice cagabarcas?” “¡No! ¡Se dice cagabarcos!” “¿No será cacalbarcas?”.
Yo, que los escuchaba disimuladamente, siendo sabedor que dos de los tres niños que discutían eran de pueblo, sabía perfectamente la palabra a la que se referían: cagalbarcas. Es una expresión usada en algunos pueblos de Cantabria y el norte de Castilla y León, aunque se suele decir más jodealbarcas.
Finalmente, los tres vinieron en busca de mi sabiduría. Pese a que me hice el duro durante el primer minuto, diciendo que no iba a compartir esa información confidencial con ellos, finalmente me terminaron convenciendo.
Sintiéndome como el profe más guay de mi cole —y, qué demonios, de todo Valladolid— les dije, en bajito, cómo se decía la palabra, haciéndoles prometer que no la dirían por ahí y que mucho menos dirían que se la había enseñado yo.
Mi júbilo y plenitud personal duró poco. Nada más conocieron la palabra, continuaron con su conversación:
“Bueno, lo que os decía: que en la cagalbarcas de los Reyes Magos del año pasado cogí muchos caramelos.”
6) ¿Qué valores de los que describes en “¿El camino recto de la espiral” valorarías más en una persona, y por qué?
Siempre he valorado mucho la Sinceridad, porque denota Valentía, algo que admiro, y me permite confiar en las personas y saber qué es lo que sienten, padecen y opinan.
Evidentemente, valoro por encima de todo a las personas bondadosas, porque la Bondad se traduce en empatía y, si todos la practicásemos, este mundo sería un lugar mejor.
Me considero una persona con mucha Responsabilidad en la medida de que mi palabra pesa y tengo un sentimiento muy fuerte del compromiso, por lo que tiendo a buscar eso mismo en las personas y a perder el interés en aquellos que no saben comprometerse o mantener su palabra e ideales.
Asimismo, soy un eterno buscador de la Justicia, por lo que me encanta rodearme de aquellos que la buscan, como yo, para poder debatir y compartir mis puntos de vista con ellos, buscando enriquecerme y crecer como persona. Me encantan las personas que están abiertas a diálogo y son capaces de dejarse convencer y cambiar su punto de vista a la luz de argumentos racionales y convincentes.
Por último, tengo una fuerte atracción por la gente que derrocha Creatividad, pues es mi valor favorito y, en muchas ocasiones, el más raro de ver. Una manera excelente de apreciarla es mediante el humor de una persona, un rasgo que destila inteligencia, espontaneidad y pensamiento divergente.
7) ¿Cómo surge la idea de este libro?
Como todos en algún momento, una vez me perdí y dejé de ser quien era.
Descubrí que gracias a la búsqueda del Equilibrio en mis valores podía encontrarme, definirme y serme fiel a mí mismo. Descubría que eso Equilibrio conducía a la Plenitud.
Sin embargo, había demasiados valores y era imposible abarcarlos todos y dedicar un pensamiento a cada uno de ellos.
Por eso mismo, decidí hacer una taxonomía (reduciéndolos a 16) ordenándolos meticulosamente y creando un método, una herramienta, para poder hacer un autoexamen en apenas unos minutos.
El camino recto de la espiral es el mapa y evidencia de cómo sobreviví, de cómo me encontré. Este libro, si aprendes a utilizarlo, será tu faro entre las tinieblas, tu carné de identidad, tu sendero de miguitas de pan en lo profundo del bosque.
8) Confiésanos, ¿por qué animales? ¿Cuál es tu preferido?
Desde pequeño me encantan los animales; creo que como a casi todos. Recuerdo datos curiosos de muchos de ellos y a menudo me entretengo leyendo sobre las especies más variopintas que pueblan nuestro planeta.
Además, ¿a quién no le mola pensar en cuál será su animal astral?
Diría que no tengo un animal preferido, aunque siempre he tenido predilección por los mamíferos salvajes. Me gusta mucho el lobo, por la idea que transmite de manada, de unión, pero también de ser capaz de ser fuerte en solitario. Y porque físicamente es precioso, claro. Además, de color gris, que es mi color favorito.
También, siempre me ha gustado mucho el zorro, por el misticismo y la astucia que le rodea.
9) ¿Consideras que la educación actual debería ensalzar más los valores y el estado emocional de nuestros niños y jóvenes?
Por supuesto. De hecho, en Castilla y León la nueva ley de Educación, la LOMLOE, incorpora en sexto de Primaria una asignatura de valores que me tiene encandilado y de la que me encantaría ayudar a confeccionar su currículo.
La educación emocional y en valores es la piedra angular sobre la que ha de erigir nuestra educación, pues es la base del correcto funcionamiento de nuestra sociedad.
Una *señora* italiana que se llamaba María Montessori revolucionó el mundo de la educación moderna con su pensamiento divergente y rompedor, su postura original respecto a cómo tenía que ser la educación de los niños y su innovador método educativo. Una de las grandes reflexiones que nos dejó fue la siguiente: la primera idea que un niño debe aprender es la diferencia entre el bien y el mal.
*Señora*: médica, pedagoga, psiquiatra, filósofa, humanista, activista feminista, sufragista italiana y devota católica. Y, aún con esa retahíla, esta «señora» no necesita más abal que su apellido, sinónimo de su revolucionario método educativo.
10) ¿Para qué edades es aconsejable tu libro? ¿Qué quieres transmitir con él?
Realmente, a partir de los 11 años puede leerse a la perfección. De todos modos, dentro del libro se incluyen adaptaciones para que madres, padres y profes puedan trabajar todo lo que aparece en él con los más pequeños de la casa.
El objetivo de El camino recto de la espiral es simplemente brindar una herramienta para trabajar la introspección y revindicar la suma importancia que los valores del ser humano tienen para la sociedad.
11) ¿Dónde podemos conseguir tu libro? ¿Cuándo estará en el mercado literario?
Se publicará en navidades y, con suerte, se podrá encargar en cualquier librería. De todos modos, siempre podré facilitar su compra a través de mi cuenta de Instagram (@el.camino.recto.de.la.espiral) o mi página web (alejandrobarrerosantiago.com).
Gracias de nuevo y te deseamos muchos éxitos.
Realizada por Carmen Alonso Vega.